No siempre tenemos lo que queremos… Sin embargo, debemos estar agradecidos de no tener lo que nos merecemos.
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No siempre tenemos lo que queremos… Sin embargo, debemos estar agradecidos de no tener lo que nos merecemos.
Quien mucho se ausenta, pronto deja de hacer falta. (Anónimo)
O dicho de otro modo…
Quien juega a que le extrañen, se arriesga a que le olviden. (Anónimo)
Mario Benedetti era un genio.
Cuando leo este poema saco mis propias conclusiones, y cada vez que lo vuelvo a leer encuentro significados nuevos o distintos. Si buscáis por ahí, veréis que cada quien expresa distintas impresiones….
Personalmente y de forma puntual, se lo dedico a aquellas personas que quieren a medias, sin pasión y sin entrega. A los que pasan por la vida de puntillas. A los que dicen pero no hacen. A los que creen que son pero no son. A los que se creen amigos y demuestran lo contrario. A los que no se chamuscan ni las puntas en el intento. En definitiva, a los que no arriesgan y no saben vivir.
No te salves
No te quedes inmóvil al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves
ahora ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo
pero si pese a todo no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.
Mario Benedetti
¿Cuántas veces debo mirar tus labios para que sepas que quiero besarlos? Anda… ven y desgasta los míos.
Bésame. Regálame besos de azúcar, besos de fuego, besos de sol, besos turquesa, besos color pasión.
¿Que qué besos me gustan? Los que me despiertan, los que me acarician, los que me rodean, los que me ponen, los que me marean, los que susurran, los que me comen a trocitos, los que me succionan, los que me adormecen, los que me humedecen, los que cosquillean, los que me erizan la piel, los que me sonrojan, los prohibidos, los que exploran, los que descubren, los que me descubren, los que me llenan, los que me extenúan, los que me recorren, los que he soñado, los interminables, los furtivos, los que te doy, los que me robas, los que me transportan, los de buenos días, los que dan las gracias, los que mordisquean, los que dibujan, los que se reencuentran, los olvidados, los inesperados, los suaves, los que me invaden, los que me atrapan, los que me rescatan, los predestinados, los encontrados, los que me asaltan, los que nunca se olvidan, los huidizos, los de medio lado, los que se repiten, los de buenas noches, los que calientan, los picantes, los acogedores, los de primavera, los que suplican, los que muestran, los que demuestran, los predestinados, los que se dan de puntillas, los que me perturban, los eróticos, los que me satisfacen, los anhelados, los censurados, los inconscientes, los que me excitan, los que me congestionan la sangre, los que me enrojecen, los de otoño, los voluptuosos, los entregados, los ahumados, los acelerados, los adormecidos, los que me dominan, los ardientes, los salados, los pacientes, los que liberan, los que secuestran, los contradictorios, los que culminan, los azucarados, los que enturbian, los que me turban, los que hacen que me abandone, los subjetivos, los condensados, los intensos, los fugaces, los creativos, los irrepetibles, los inclinados, los palpitantes, los distraídos, los húmedos, los cariñosos, los secretos, los de colores, los apasionados… Esos besos me gustan.
Bésame. Bésame y enséñame quien eres. Bésame y demuéstrame que quieres. Bésame y deja que tus besos hablen por ti. Bésame y destapa lo que escondes.
Bésame. Enloquéceme. Rodéame. Desnuda mi pudor. Acaricia mi deseo. Desarma mi voluntad. Desgástame los labios.
Cómeme a besos.
No hables, sólo mírame.
Sólo bésame.
¿Cómo hacerte saber que siempre hay tiempo?
Que uno sólo tiene que buscarlo y dárselo
Que nadie establece normas salvo la vida
Que la vida sin ciertas normas pierde forma
Que la forma no se pierde con abrirnos
Que abrirnos no es amar indiscriminadamente
Que no está prohibido amar
Que también se puede odiar
Cómo hacerte saber que nadie establece normas, sólo la vida
Que el odio y el amor son afectos
Que la agresión por sí, hiere mucho
Que las heridas se cierran.
Que las puertas no deben cerrarse
Que la mayor puerta es el afecto
Que los afectos nos definen
Que definirse no es remar contra la corriente
Que cuando más fuerte se hace el trazo más se dibuja
Que buscar un equilibrio no implica ser tibio
Que negar palabras implica abrir distancias
Que encontrarse es muy hermoso
Que el sexo forma parte de lo hermoso de la vida
Que la vida parte del sexo
Que el por qué de los niños tiene un porqué
Que querer saber de alguien no es sólo curiosidad
Que querer saber todo de todos es curiosidad malsana
Que nunca está de más agradecer
Que la autodeterminación no es hacer las cosas solo
Que nadie quiere estar solo
Que para dar debimos recibir antes
Que para que nos den hay que saber pedir
Que saber pedir no es regalarse
Que regalarse es en definitiva no quererse
Que para que nos quieran debemos mostrar quienes somos
Que para que alguien sea, hay que ayudarlo
Que ayudar es poder alentar y apoyar
Que adular no es ayudar
Que adular es pernicioso como dar vuelta la cara
Que las cosas cara a cara son honestas
Que nadie es honesto porque no roba
Que el que roba no es ladrón por placer
Que cuando no hay placer en las cosas, no se está viviendo
Que para sentir la vida no hay que olvidarse que existe la muerte
Que se puede estar muerto en vida
Que se siente con el cuerpo y con la mente
Que con los oídos se escucha.
Que cuesta ser sensible y no herirse
Que herirse no es desangrarse
Que para no ser heridos levantamos muros
Que quien siembre muros no recoge nada
Que casi todos somos albañiles de muros
Que sería mucho mejor construir puentes
Que sobre ellos se va a la otra orilla y también se vuelve
Que volver no implica retroceder
Que retroceder puede ser también avanzar
Que no por mucho avanzar se amanece más cerca del sol
Cómo hacerte saber, que nadie establece normas
salvo la vida!
Mario Benedetti (Uruguay, 1920-2009)
¿Os habéis fijado en cómo se relacionan los críos de tres o cuatro años de edad? Lo hacen de un modo muy natural, aceptando o rechazando sin tapujos lo que les gusta o les disgusta. Juegan con quien les da la gana y a lo que les apetece, y dejan de hacerlo cuando pierden el interés, y crecen, y aprenden. Si les rechazan son pocos los que lloran… directamente enfocan su interés en otro objeto o posible amigo. Si no consiguen lo que quieren, tras una pataleta inicial (más o menos larga), centran la atención en otra cosa y vuelven a sonreír.
¿Qué nos pasa al crecer? ¿A dónde va esa naturalidad y ese saber sobreponerse? Los adultos podemos destilar desde rabia, agresividad, impotencia, envidia o celos a frustración, aislamiento, complejos y un sinfín de emociones o sentimientos negativos.
Según yo lo veo, siempre tenemos elección, fijarnos en lo negativo y albergar o dejar espacio dentro de nosotros para estas emociones, o deshacernos rápidamente de ellas, aprender, seguir mirando al frente con nuevos objetivos e ilusiones renovadas y no dejar de evolucionar.
Sí, de acuerdo, no siempre es fácil, al crecer nos volvemos sensibles a muchos matices que de pequeños quizá no somos capaces de apreciar, somos vulnerables a mil y una cosas… aunque francamente, cada vez me gusta más la actitud de los canijos, esa sinceridad aplastante y ese saber ilusionarse dibujando una sonrisa ante el simple movimiento de la hoja del árbol o el vuelo de una mariposa.
No es que los “enanos” no tengan sentimientos, es justo al contrario, los tienen a flor de piel, sin embargo saben quererse como nadie, son agradecidos a las muestras de afecto y destilan amor y pasión en todo lo que hacen. No juzgan a nadie por ser más alto o más bajo, más gordo o más flaco, más listo o más tonto… Aceptan a las personas por lo que son, aquello que les transmiten y tienen el don de saber ver el interior de la gente, o al menos aquello que vale la pena y les aporta… no en vano tienen ese candor y pureza que se pierde con los años.
Los niños son el reflejo de la bondad olvidada de los adultos.
Hay días, como hoy, en los que me ataca la nostalgia de esa niñez olvidada.
Dicen, se rumorea, se cuenta…
La mayoría de nosotros, al menos en este país, solemos opinar con demasiada frecuencia sobre lo que hacen o dicen los demás.
Raramente aparece alguno/a que con un par y la lengua calva, pone las cosas en su sitio llamando al pan, pan y al vino, vino.
Lo llamarán bestia, brusco/a y políticamente incorrecto/a, sin embargo a mi me chifla la gente así. Y no tengo más que añadir.
Hace un tiempo decidí dar este nombre a aquellas personas que orbitan a mi alrededor, que se pasean por mi vida incidiendo en ella de algún modo. A veces están y otras no, quizá sencillamente es que hay días en que no los veo. Luna nueva.
Hoy en día, dónde expresiones como amigos con derechos o friends with benefit están de moda, yo prefiero satélite. Me parece más acertado, más justo.
Amigos, eso son palabras mayores.
Los satélites no son rollos, ni ligues, ni nada efímero. Son personas que están ahí de forma intermitente pero continuada, sin ataduras, sin promesas, sin expectativas.
Un satélite no es un amigo, es más que un conocido pero menos que un amigo. A veces, además de los roces, se comparten confidencias, del tipo que no compartirías con gente que te conoce bien, ¿para no ser juzgada? Quizá, ¿para ser una misma con absoluta libertad? Probablemente.
Una de las características más notables en este tipo de relaciones es la reciprocidad. Tú tienes un satélite y te conviertes en el satélite de esa persona. Y no puede ser de otro modo.
Si las cosas se confunden puedes perder el norte, si no eres o son sinceros no funcionará. Jamás.
Cuando un satélite se convierte en amigo la magia de lo desconocido desaparece, ya no hay misterio, hay cariño. Si éste te invade y desarrollas sentimientos, se disparan las alarmas entonces, o lo frenas o te dejas llevar, pero lo importante es que sepas que de no ser recíproco más vale que te bajes de ese tren, porque de otro modo, sufrirás o harás sufrir. Si por el contrario ese cariño es recíproco y ambos andáis en la misma dirección, la relación que se crea es auténtica, especial, única.
No es fácil, puede parecer hasta muy superficial. La verdad es que no lo creo, que sea superficial digo…, pienso que es bueno dejarse llevar de vez en cuando sin ataduras aunque sí con responsabilidad. Para todo hay momentos, temporadas en las que tienes a más de uno orbitando y temporadas en las que te apetece dejar todo aparcado y dejarte de historias. Los satélites lo entienden y no lo juzgan, y es fantástico.
Si consigues dejar a un lado el romanticismo que nos inculcó Disney, los satélites son todo un invento… no hay rutina, siempre es como una primera cita pero sin nerviosismo. ¿Acaso no parece un plan genial?
Mientras esperamos que salga el sol, ¿porqué no disfrutar del misterio y la luz de la luna?
Será que hoy me he despertado romántica, será que la fiebre que tengo hace de las suyas, será quizá que desde ayer tengo una nueva sobrina con toda la vida por delante (estos acontecimientos siempre me hacen pensar de más…), será que me apetece o que este poema siempre me toca… ¡Sencillamente me apetecía compartirlo! ¡¡¡Disfrutadlo!!!
Frecuentemente me preguntan que cuántos años tengo…
¡Qué importa eso! Tengo la edad que quiero y siento.
La edad en que puedo gritar sin miedo lo que pienso.
Hacer lo que deseo, sin miedo al fracaso, o lo desconocido.
Tengo la experiencia de los años vividos y la fuerza de la convicción de mis deseos.
¡Qué importa cuántos años tengo!
No quiero pensar en ello.
Unos dicen que ya soy viejo y otros que estoy en el apogeo. Pero no es la edad que tengo, ni lo que la gente dice, sino lo que mi corazón siente y mi cerebro dicte.
Tengo los años necesarios para gritar lo que pienso, para hacer lo que quiero,para reconocer yerros viejos, rectificar caminos y atesorar éxitos.
Ahora no tienen por qué decir: Eres muy joven… no lo lograrás.
Tengo la edad en que las cosas se miran con más calma, pero con el interés de seguir creciendo.
Tengo los años en que los sueños se empiezan a acariciar con los dedos, y las ilusiones se convierten en esperanza.
Tengo los años en que el amor, a veces es una loca llamarada, ansiosa de consumirse en el fuego de una pasión deseada.
Y otras un remanso de paz, como el atardecer en la playa.
¿Qué cuántos años tengo? No necesito con un número marcar, pues mis anhelos alcanzados, mis triunfos obtenidos,
las lágrimas que por el camino derramé al ver mis ilusiones rotas…
Valen mucho más que eso.
¡Qué importa si cumplo veinte, cuarenta, o sesenta!
Lo que importa es la edad que siento.
Tengo los años que necesito para vivir libre y sin miedos.
Para seguir sin temor por el sendero, pues llevo conmigo la experiencia adquirida y la fuerza de mis anhelos.
¿Qué cuantos años tengo? ¡Eso a quién le importa!
Tengo los años necesarios para perder el miedo y hacer lo que quiero y siento.
El Blog de Ascensión Belart
"Sé el cambio que quieres ver en el mundo" Gandhi
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